El proyecto de ese hábitat se apoya en una decisión de transformar el espacio plano ortogonal, fijo y constante, en otro cambiante y dinámico inspirado en las formaciones orgánicas; además es fundamental el empleo e los muros curvos cuya dualidad, ofrece las resultantes emotivas de la acogida y el rechazo. El diseño de las planta constructivas se apoya en módulos circulares organizados en triangulaciones a sesenta grados.
Ésta residencia se desarrolla a partir del núcleo formado por un jardín interior, planteado como un pulmón, para acoger al usuario dentro de un ámbito luminoso. Espacio exterior, ocupado por la alberca, con su traza de círculo genera las áreas de recepción y privadas quienes gozan de la vista que propicia el desnivel del terreno, a través de un ventanal continuo, sin soportes ni herrajes.
Recurrió a diversas soluciones de iluminación cenital, de acuerdo con las necesidades funcionales de las partes y del conjunto. El movimiento ondulante de la edificación se enfatiza al emplear sillares precolados, que se colocaron en bandas horizontales para marcar un ritmo que destaca en los volúmenes cerrados.